¿Cómo encontrar un buen abogado de familia?
Es una pregunta que entiendo debe hacerse cualquier persona que se esté planteando divorciarse o romper con su pareja.
¿Cómo encontrar un buen abogado de familia? Es una pregunta que entiendo debe hacerse cualquier persona que se esté planteando divorciarse o romper con su pareja.
La primera opción lógica, como personas que somos, es preguntar a nuestros allegados acerca de sus vivencias con un abogado u otro. Olvidando que, al igual que los médicos, los abogados deben estar especializados en la materia a la que se dedican. No nos va servir para el divorcio un abogado que le llevó el despido a nuestro mejor amigo, o lo mismo sí, está por ver.
No quiero aquí criticar a mis ilustres compañeros que se dedican a una y otra cosa, faltaría más. Si bien, es justo decir que, a mayor especialización, más óptimo deberá ser el resultado.
En muchas ocasiones me he encontrado con compañeros que siquiera tenían conocimiento de reformas legales en derecho de familia acontecidas incluso hacía años (!!!). Lo cierto es que incluso en resoluciones judiciales, he podido apreciar también, por Sus Señorías, la poca especialización al respecto.
A lo que iba. Cuando se produce una ruptura o crisis matrimonial, en primer lugar, nos asesoramos por las vivencias de nuestros seres más cercanos. Es costumbre en estas tierras que todos nos erijamos en médicos, abogados, arquitectos y brokers expertos en cuanto nuestro amigo o familiar tiene un problema.
Otra opción, más privada y anónima, es la de consultar en internet. San Google para ello es sensacional. Corren y corren por internet páginas y más páginas donde consultar cualquier cosa que quieras saber sobre: el divorcio, las pensiones de alimentos de los niños, el uso de la vivienda, la custodia y demás cuestiones. Ojo con ello.
Si bien existen páginas creadas por letrados con notable conocimiento y experiencia, también las hay –como los abogados de barra- en que personas sin conocimiento alguno en derecho, aconsejan a diestro y siniestro sin el menor pudor ni rubor.
El dar con un buen abogado matrimonialista no es fácil. Y muchas veces, a pesar de acudir a un letrado recomendadísimo o de notable formación y/o experiencia, por lo que sea, a veces por mera cuestión de piel, no nos acaba de convencer.
Fíese de su primera impresión. Por mucho que le recomienden un abogado para su divorcio o ruptura, si en la primera entrevista no le convence, consulte a otros hasta dar con la persona con la que se sienta a gusto y bien asistido.
Piense que en el futuro tendrá que pasar muchas horas con su letrado. Y si por algo no le encaja, ello va a ir en detrimento de su confianza.
En mi humilde opinión, el mejor abogado de familia es aquel que, ante todo, aplicando el sentido común, su experiencia y sus especializados -y siempre al día- conocimientos, intenta, desde el principio, sosegar a las partes y buscar el acuerdo.
Y el sentido común, lamentablemente, no abunda. La especialización y la experiencia cada vez más, afortunadamente.
El sentido común, además de ser un requisito básico para cualquier aspecto de la vida, es de vital importancia para un profesional del derecho que va a tener en sus manos nuestra vida, nuestra familia y nuestra economía.
Es práctica en mi despacho, y afortunadamente, en muchos otros, el intentar el acuerdo. No podemos olvidar que un día daremos carpetazo al asunto pero nuestros clientes, y sus familias, seguirán siendo eso, una familia. Separada o no, una pareja debe afrontar un futuro conjunto si existen hijos. Y ante todo, y por encima de todo, están los hijos.
Aunque nos divorciemos o rompamos la pareja, teniendo hijos en común, están por venir comuniones, bodas, nietos y otros acontecimientos que, nos guste o no, sería recomendable que compartiéramos con nuestra ex pareja y padre o madre de nuestros hijos.
A lo largo de mi trayectoria profesional he visto con pavor como compañeros abrían guerras donde no existían; todo, o bien por percibir mayores honorarios o, bien, ya por el propio carácter pendenciero del letrado en cuestión.
Opino sinceramente que la tarea del mejor abogado de familia es la de tender puentes. No levantar muros.
Después de muchas años de experiencia como abogada matrimonialista puedo opinar (y sin temor a equivocarme) que el mejor abogado de familia es aquel que está especializado en dicho ámbito del derecho, cuenta con una larga trayectoria profesional en los tribunales y, además, que parece poco, tiene mucho sentido común.
Y todo y así, no será garantía absoluta de éxito en todo lo que queremos. En las primeras entrevistas con mis clientes, hombres y mujeres, existe a veces la tendencia de encomendarme que "les gane el caso". En derecho de familia, señores y señoras, habrán ganado quienes después de la tempestad, obtengan la calma.
El trabajo del buen abogado de familia es el de tratar por todos los medios el lograr un buen acuerdo para su cliente.
En familia, se ganan los juicios que nunca se celebraron. Y de celebrarse, aquellos en que el sentido común de clientes y abogados impera.
Si cuenta con un abogado sin sentido común, asegúrese de no pasarse la vida litigando y, por el camino, perdiendo gota a gota la energía que debería dedicar a su vida, su trabajo y sobre todo a su familia.
El mejor abogado de familia es aquel que logre que nuestro divorcio, separación o ruptura sea lo más sensato y pacífico.
Parece una utopía lo que digo. Por ello no puedo dejar de añadir que existen casos que pese al intento de acuerdo éste no es posible. Evidentemente, en ese caso, y muy a mi pesar, se toman posiciones y se defiende a nuestro cliente desde la posición más óptima para éste.
Pero no a cualquier precio. No a costa de verter las miserias que nos ha contado nuestro cliente sobre el contrario. No a costa de jugar con los niños a modo de presión. Ni todo vale ni es necesario.
En muchas ocasiones, un buen abogado de familia frenará a su cliente en pretensiones que, o bien no tienen ni pies ni cabeza, o bien van a perjudicarle en un futuro más que el inmediato beneficio que pudiera obtener.
El buen abogado de familia es el que vela por su cliente como si fuera un hermano, manteniendo, pero, la oportuna distancia y, en todo caso, poseyendo la mayor especialización posible en cada momento, amén de la experiencia.
Y repito, en su divorcio, separación o ruptura, habrá ganado si después de la tempestad, logra la calma.
Sandra Burgos
Abogada Col. 2334 ICASBD - Mediadora Civil Col. 3402183 AEPJMA
Màster en Dret Internacional de Família per l´UAB - Màster en Adopció Internacional i Infància per l´UB
Membre Asociació Espanyola d´ Advocats de Família - Sòcia n. 164 Societat Catalana Advocats de Família - SBD ADVOCATS