La importancia del networking en el ámbito legal

Mantener una buena red de contactos es fundamental en cualquier ámbito profesional, y no sólo para ampliar el número de clientes. La colaboración con otros profesionales puede ser muy enriquecedora e, incluso, resultar beneficiosa de cara a proyectos futuros. El sector legal, tradicionalmente tan hermético y competitivo, también se suma fructíferamente a la práctica del networking.

Clientes y profesionales

El término networking hace referencia al trabajo que se realiza para establecer y mantener una buena red de contactos dentro del ámbito profesional. Y, actualmente, esta labor se alza como una de las más importantes en cualquier sector, aunque, en el ámbito legal no se ha tenido conciencia de la importancia de esta habilidad hasta hace relativamente poco tiempo.

Tradicionalmente se ha tendido a hacer especial hincapié en crear una reputación basada únicamente en el conocimiento y la experiencia profesional, sin atender a que la red de contactos era otro factor fundamental que había que trabajar para alcanzar mayores éxitos.

No en vano, la buena relación profesional que se establezca, por ejemplo, entre dos abogados, favorece que puedan trabajar conjuntamente, que las recomendaciones mutuas mejoren su consideración dentro del gremio y de cara a los clientes y que puedan continuar ampliando su red de contactos y agrandando su imagen de marca personal.

Digital y presencial

Por otra parte, hay que tener en cuenta que la aparición de las nuevas tecnologías ha facilitado el networking a través de redes sociales especializadas como LinkedIn, pero no hay que olvidar la importancia del mantenimiento de contactos con encuentros cara a cara.

De hecho, la mayoría de expertos en relaciones laborales y comunicación destacan que es imprescindible acudir a conferencias y encuentros concretos, bien para establecer un primer contacto o bien para fortalecer una relación profesional ya iniciada a través de otros canales.

Además, la asistencia a este tipo de eventos ayuda a conocer la situación real del sector, las necesidades que se van presentando y, sobre todo, las nuevas fórmulas que hay que ir aplicando para adaptarse a las demandas tanto de los clientes tradicionales como de aquellos que pueden llegar a serlo.